Transporte marítimo: Tres principales desafíos del sector en el mundo actual

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Estos serían: la sostenibilidad, el acaparamiento y monopolio en los océanos y la descarbonización de la flota

Tres grandes desafíos para el transporte marítimo, pero que trascienden al sector, son identificados en el informe publicado por Elsevier, denominado: “Sostenibilidad, externalidades y acaparamiento de océanos: desafíos urgentes para el transporte marítimo”.

Estos retos son la sostenibilidad del modelo de crecimiento económico, el acaparamiento del uso de los recursos marítimos y la ausencia de un combustible alternativo claro para afrontar la descarbonización de la flota mercante global.

El informe preparado por los académicos Lorena Garcia-Alonso, Fernando Gonzalez-Laxe y Ricardo Sánchez, plantea que estos desafíos se originan en el impacto que tienen sobre el sector los conflictos geopolíticos, fenómenos naturales y otras tendencias como la revolución tecnológica, los vaivenes financieros, las guerras comerciales, entre otros.

Sostenibilidad

El documento señala que el laboratorio Club de Roma sentó las bases para el estudio de la degradación de los ecosistemas debido al crecimiento económico.

Treinta años después, los datos de la huella ecológica global han superado en un 20% los niveles recomendados de sostenibilidad. 

Por otra parte, destaca que el colapso del comercio internacional observado tras el inicio de la pandemia, junto con las crecientes tensiones geopolíticas, y la necesidad medioambiental de acercar los hubs de producción y consumo, está dando lugar a una segunda deslocalización industrial, donde las grandes empresas basan ahora sus estrategias en tres nuevos conceptos: reshoring (recuperación de fábricas deslocalizadas); nearshoring (reducción de la concentración de riesgos fuera de la región); y friendshoring (deslocalización a países aliados).

En suma, ya sea por la conciencia de la necesidad de cambiar hacia un modelo económico más sostenible, o por la conveniencia de deslocalizar los hubs de producción, cabe esperar cambios en las relaciones comerciales internacionales que tendrá consecuencias de gran alcance para los flujos comerciales internacionales a medio plazo, tanto por el lado de la demanda (más volátil y conteniendo el crecimiento de los flujos) como por el lado de la oferta (con fricciones derivadas de las guerras comerciales y los cambios en los patrones comerciales)

Todo lo anterior necesariamente tendrá un impacto en las actividades marítimas y portuarias que ya se pueden percibir, por ejemplo, en la configuración de las rutas marítimas, el peso creciente de la regionalización y la definición de una nueva cartografía de conectividad portuaria y rutas marítimas, que a su vez señalan nuevos equilibrios de poder.  

El acaparamiento de océanos

Los autores advierten que el desarrollo del capitalismo está transitando desde la explotación de los recursos productivos tradicionales a la extensión hacia los océanos: “espacios con poca mercantilización y [con mucha disponibilidad de] recursos naturales no explotados”. En este sentido acentúan la necesidad de “establecer hojas de ruta y acuerdos internacionales”, ante externalidades negativas que está generando este proceso. 

Según el informe la combinación del aumento de la demanda global, el progreso tecnológico y la disminución de las fuentes terrestres de recursos hace que la extracción de materiales oceánicos tenga interés económico. Esto ha llevado a una creciente presencia de compañías transnacionales vinculadas a las actividades oceánicas, que- al estar altamente entrelazadas con las cadenas globales de suministro y acceder como resultado a una alta capitalización y a la monopolización de los mercados- reconfiguran las relaciones de poder entre las propias empresas, los Estados y la sociedad en su conjunto.

Estas «superentidades» manejan los recursos oceánicos, desde la exploración de los fondos marinos en busca de minerales hasta la instalación de turbinas eólicas, la navegación de cruceros y el tendido de cables submarinos, entre otras actividades.  Esta “aceleración azul”- es decir, el rápido aumento de la actividad humana en los océanos, impulsado por el capitalismo y la industrialización, desafía a los estados costeros a trabajar con determinación para marcar el ritmo, los objetivos y los actores que participan de este impulso, con el fin de protegerse frente a los peligros del acaparamiento de los océanos. 

Descarbonización de la flota

Uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero (GEI) es el sector del transporte, y el modo marítimo, a pesar de ser el más eficiente en términos de emisiones de CO2 por tonelada, genera el 3% de las emisiones de GEI. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables si se asignaran las emisiones de la flota mundial a un país, este ocuparía el sexto lugar en el ranking de emisores de CO2.

Para combatir los efectos nocivos de las emisiones del transporte marítimo, la flota debe afrontar el reto de la descarbonización de acuerdo con el Acuerdo de París y el Pacto Climático de Glasgow, adoptando tecnologías de propulsión con bajas o nulas emisiones de carbono.  Sin embargo, la falta de consenso sobre qué alternativas son las más adecuadas, unida a la falta de coherencia de las políticas diseñadas, no hace sencilla la transición. De hecho, existen serias dudas sobre el cumplimiento de los objetivos de la Organización Marítimo Mundial (OMI) de eliminar las emisiones de GEI por completo para 2050 y de las metas previas de control.